lunes, 16 de abril de 2012

El suicidio colectivo Europeo


Hace unos meses leía analogías al mito griego de “el rapto de Europa” por parte de los llamados “mercados” hoy ha quedado patente que ese rapto no solo no existe sino que Europa está secuestrada por sus propios líderes, ciegos ante la realidad.

El ajuste fiscal que los políticos europeos aplauden, a los mercados no les gusta. La panacea Europea se puede reducir a una simple premisa, la austeridad máxima. Este concepto tan democristiano demandado desde la cancillería, no es precisamente seguido a rajatabla por sus predicadores pero si impuesto como férreo yugo a sus acreedores, sobre todo al “eje del mal” de los países periféricos que parecen haber sido demonios del gasto desenfrenado ante unos alemanes siempre en la verdad económica absoluta. El secuestro, sobre todo alemán, de la eurozona y de las instituciones como el ECB aplicando una política ciega de ajuste fiscal no está más que agravando una situación ya de por si desastrosa.

Si consultáramos un manual de Economía de primer curso veríamos que ante una disminución de la inversión privada y una contracción extrema del consumo interno, se han de aplicar inversión pública y políticas monetarias expansivas para paliar el déficit de dinero circulante, retomar la confianza y potenciar el crecimiento. Esto intentó el Banco Central Europeo, aparte de salvar los vencimientos de la banca, lanzando una marea de dinero barato para el sistema financiero y en segundo plano para los estados. Este aluvión de liquidez aunque bueno para el sistema fue una medida que desgraciadamente se ha convertido en puntual ya que los restrictivos estatutos, escritos a imagen y semejanza del Bundesbank, no permiten que esta institución, que se ha demostrado inútil durante la crisis, pueda salir en auxilio de los países. De forma opuesta, la Reserva Federal inyecta liquidez en EEUU donde las políticas monetarias expansivas están salvando al país de una más que probable caída del PIB y un alto índice de paro. Estas medidas Estadounidenses se presentan como alternativa de saneamiento económico a la crisis mejorando la situación y evitando el estancamiento y la posterior recesión.

No parece entenderlo así la vieja Europa que sigue obcecada en el dogma de la austeridad por encima de todo, un dogma pernicioso que nos lleva a la autodestrucción y del cual hablaba hoy Paul Krugman en un artículo en The New York Times en el que enfatiza que “las consecuencias de la austeridad las pagaremos todos”.